La Noche guarda el secreto de cómo contar historias. Desde que el hombre aprendió a dominar el fuego y a reunirse en torno a él, la Noche, inmensa alrededor de esa luz, comenzó a contemplar cómo se hilvanaban el pensamiento, las palabras, los relatos… Pero también los hombres quisieron desvelar los enigmas escondidos en la Noche y, desde que supieron mirar al cielo, estudiaron las estrellas.

El viernes pasado, cuando ya llegó la Noche a la ciudad envolviendo al Casco Antiguo en ese ambiente mágico que propicia los relatos, nuestra guía Eva nos fue contando historias de Jaén que están escritas con mayúsculas en el gran libro de la Historia: nos habló de personajes que vivieron en estas mismas calles y que fueron grandes científicos, astrónomos, médicos… Algunos nombres del Jaén medieval, desconocidos para muchos, que resuenan en la estela universal de la historia de la Ciencia: Hasday ibn Shaprut, Ibn Mu’adh al-Jayyani… y los más cercanos, médicos queridos y recordados en los nombres de calles que los vieron nacer o ejercer su profesión: Rafael Martínez Molina, Antonio José García Anguita, Luis Sagaz Zubelzu, Eduardo Arroyo, Bernabé Soriano… Paisanos nuestros que han llevado el nombre de Jaén a los confines del mundo, o que se establecieron en la ciudad, estudiando, investigando, y luchando por mejorar la vida de sus gentes.

Y es que somos herederos de esos grandes hombres. El Jaén que vivimos hoy no sería lo mismo sin ellos…y no solo Jaén, también el mundo les debe su dedicación y su esfuerzo. Los recordamos hoy y siempre, porque sin las personas que las hicieron crecer, la Ciencia no existiría y la ciudad sería solo piedra.

Texto e imágenes: Carmen Cano

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