“Tres morillas m’ enamoran en Jaén Axa y Fátima y Marién…”
La vieja canción resonaba en la memoria cuando, en la mañana del sábado recorríamos, guiados por Mari Carmen Bermejo, las huellas de «Yayyan», el Jaén en la época de Al-Aldalus, los vestigios que aún perviven en el trazado urbano, edificios históricos, restos arqueológicos y artísticos encontrados en diversas excavaciones…
Es posible ver cuando aprendes a mirar… y así nuestra guía Mari Carmen nos fue enseñando a descubrir y a imaginar el tiempo y el espacio compartido por las tres culturas que habitaron la ciudad de entonces, el equilibrio imposible, la dificultad de la coexistencia y los avatares de una historia cuyas capas se van superponiendo. Desde el raudal que dio vida al primer asentamiento fuimos reconociendo las señales de la antigua mezquita con su «sahn» y sus alminares en la actual iglesia de la Magdalena; las técnicas constructivas musulmanas en el muro del que hoy es patio de Santo Domingo; el «hamman» bajo el palacio de Villardompardo; lo que fue la vieja aljama judía, replegada en sí misma con sus callejuelas y sus tapias blancas que ahora cierran huertos y solares por donde asoman higueras y jazmines; los Baños del Naranjo que aún duermen bajo el edificio de las carnicerías y que luego fue colegio…
Y finalmente, en la sala de arte hispanomusulmán del Museo Provincial, pudimos admirar capiteles y yeserías, cerámicas y objetos de uso cotidiano. Pequeños tesoros que nos han llegado de aquellas formas de vivir del Jaén andalusí.Y así, el «Yayyan», que permanece en el urbanismo y en los edificios del Jaén actual, nos queda también presente en la memoria… y está vivo de alguna forma en nosotros, los jiennenses de hoy, herederos de aquellos que frecuentaron aquellos baños, luego tenerías, carnicerías, colegio… de los que acudían a la sinagoga o la mezquita, y a la iglesia… los que recogían agua en el raudal o cocían las vasijas en los alfares… Porque, como reza la inscripción en la luminaria que simboliza la «menorah» a las puestas de la judería: “las huellas de los que anduvieron juntos nunca podrán borrarse”.
(Carmen Cano)