Mayo alarga sus tardes e invita al paseo y a la contemplación. A esa hora en que el cielo empieza a llenarse del vuelo de las golondrinas y del sonido de las campanas que llaman a misa, nos reunimos con Eva de Dios, nuestra guía, para recorrer los barrios más antiguos de Jaén, y conocer sus iglesias, las imágenes y las tradiciones que guardan, heredadas en algún caso de otros templos ya desaparecidos: parroquia de San Pedro, convento de la Coronada… son nombres que Eva entrelaza en su relato enseñándonos algo más de la ciudad que hemos heredado.
La iglesia de San Miguel, sus arcos y ménsulas, los vestigios de sus bóvedas entre los restos de las casas que se construyeron aprovechando la piedra y el trazado de los muros, es un ejemplo de cómo el rodar del tiempo va trasformando lo que pudiera parecer tan sólido. El palacio de Villardompardo sobe los baños árabes es otro ejemplo: edificios y usos superpuestos; y, en el patio, la exposición sobre la vida y obra de Vandelvira, que también nos recuerda qué efímera es toda construcción humana. Y, sin embargo, a través de los dibujos de Juan Eduardo la Torre, de sus iglesias y palacios, podemos intuir el sueño del arquitecto, su diálogo solitario con las piedras mudas, “…imaginando en el mundo/ la perfección de lo eterno (…), buscándole su verdad/ a la leyenda del tiempo…” (M. Ruíz Amézcua)