“Hay un sueño de lirio en lontananza…”
A. Machado
Enero nos ha traído al fin noches de helada y madrugadas de cristal… al comenzar nuestra visita al Cerro de Santa Catalina el aire era muy frío, pero muy limpio…muy azul. Y pronto, el ardor de las palabras de Eva de Dios, nuestra guía, su entusiasmo alegre, nos hizo entrar en calor. Y así, entre los pinos del Cerro que abriga la ciudad, Eva nos fue explicando el origen y desarrollo de nuestro Jaén, desde los primeros asentamientos en las zonas aterrazadas de la ladera hasta el crecimiento de la urbe actual al pie del monte. Las etapas íbera, romana, islámica, cristiana… los personajes emblemáticos que jalonan la Historia, las batallas, las leyendas, los topónimos, la vida y los sucesos que dan lugar a la ciudad que vemos extenderse a nuestros pies.
Cruzamos la muralla por el portillo que antaño atravesaran nuestros antepasados, tal vez el mismo sitio por donde pasaban las tres morillas del viejo romance de frontera: “…Tres moricas tan garridas/ iban a coger olivas/ y hallábanlas ya cogidas/ en Jaén, / Axa, Fátima y Marien…”
Y tras el olivar, continuamos por la vereda hasta asomarnos a la vertiente Sur, a las lejanías azules de la Sierra…
Y volvemos por el bosque salpicado de lirios del invierno… porque hay lirios por todas partes, como escarcha azul, como rocío, como lágrimas del día… y pienso si no brotarán cada año aquí los lirios por el llanto de la princesa mora que eternamente lamenta la muerte de su amado Omar. Cuenta la leyenda que de las lágrimas de Zoraida nació el agua de la fuente de Caño Quebrado, y que a veces al anochecer se puede ver su silueta vagar por el pinar… pero yo creo que la triste princesa enamorada se transformó en flor: la más hermosa flor de las praderas, el lirio azul como el cielo que a la hora del crepúsculo envuelve, al amparo de su Cerro, la ciudad de Jaén.
Y es que, si las horas tuvieran color, el de la mañana del sábado sería el azul…
Redacción: Carmen Cano
